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Un secreto que guardar

LA MUSA DEL ÁRBOL

LA MUSA DEL ÁRBOL Cada día, se dirigía al parque de siempre. Daba igual si hacía frío o calor. Lo único que podía impedirle "su momento" era la lluvia.
Todo el mundo consideraba que era una chica soñadora, siempre cargada con su bloc de dibujo y un estuche de pinturas.
Siempre en su mundo. Pero eso a ella no le importaba.
Su día cambiaba cuando cada tarde se sentaba bajo aquel árbol había descubierto su paisaje preferido.
Fue de repente y por casualidad, pero aquel lugar había cambiado su vida.
Puede que en su mente lo hubiese idealizado, pero también eso era por lo que iba allí. Para que su imaginación no hiciese de las suyas y modificase su recuerdo.
Un día más salió con su bloc y sus pinturas bajo el brazo, sin hablar con nadie y la mirada fija en el suelo.
Al llegar, buscó su árbol y se sentó cubriéndose por la gran sombra que éste proyectba.
Abrió el bloc y comenzó a dibujar aquel paisaje que veía desde su posición. Siempre el mismo, pero con la mirada espectante por si sus ojos percibían algún cambio por mínimo que éste fuese.
Cuando estaba triste aquella imagen la alegraba.
Cuando estaba nerviosa o enfadada, conseguía calmarla.
Ese lugar la hechizaba por completo.
Por eso, no intentaba cambiar de lugar.
Un día, como tantos otros, se dirigió directa hasta su posición y entonces, su mundo se derrumbó.
En el lugar donde encontraba siempre su árbol y el pequeño montículo de hierba a sus pies, no quedaba más que un tocón de madera, el único resto de un frondoso árbol que algún desalamado decidió eliminar.
Dejó caer sus dibujos, dio media vuelta y se marchó.
No volvió a pisar el parque, no volvió a dibujar, pues sus lápices habían perdido el sentido de sus trazos.

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