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Un secreto que guardar

HISTORIA DE UN MUÑECOLATE

-“¡Mamá! ¿Por qué nunca puedo hacer nada hasta que el señor con bigote cierra las puertas?”
-“¡Ay hijo! Qué pesadito estás hoy... ¿Cuántas veces te he dicho que mientras haya gente no puedes hablar ni moverte? A ver... nosotros somos muñecos de chocolate hijo y a los humanos les sorprendería ver que nos movemos y hablamos...¿no crees?”
-“Pero...¡jo! Odio a los humanos.”
-“No digas eso, que ellos se convertirán en nuestros dueños dentro de poco.”
-“Mamá...”
-“¿Qué quieres ahora?”
-“Nunca nos van a separar, ¿verdad?”
-“Hijo...anda venga cállate que nos van a oír”.
A medida que se acercaban las Navidades los muñecos de chocolate iban desapareciendo...
Cada día, al apagarse las luces, la mamá muñecolate daba un suspiro de alivio y agradecía a Dios en lo más profundo de su corazón caramelizado que por una jornada más nadie le hubiese separado de su pequeño. Fingía despreocupación delante de él, pero en su interior su relleno de chocolate blanco se encogía cuando lo pensaba.
Cada vez quedaban menos figuritas entre las que elegir, pero la pareja permanecía unida. Hasta que un día, un niño se acercó a la estantería donde, paralizada, la muñeca observaba aterrada cada uno de sus movimientos. Él se acercó más, tenía una cara ansiosa con dos mofletes bien colorados...“¡Mamá! ¡Quiero esto!” La muñecolate sintió los ojos del niño clavándose en ella como dagas. La madre, al oír el reclamo de su hijo se acercó arrastrando un carro lleno de las típicas compras de Navidad: guirnaldas, bolas de colores, bombones, polvorones... “¿Qué quieres corazón?¿La muñequita de chocolate? Pero si luego sabes que la dejas en el árbol y todos los años terminamos tirándola”.
-¡No mamá! Te prometo que esta vez me la comeré entera. No dejaré ni un cachito...¡Por favor!”
-Bueno venga, cógela...de verdad, menos mal que solo es una vez al año que si no estaríamos arruinados porque con todo lo que llevamos...”
-“¡Mira! Tiene un hijito, ¿puedo cogerlo también?”
La mamá muñecolate escuchaba toda la conversación. Al oír la última petición del niño, deseó que la madre fuese un poco más consentidora, solo un poquito más y así pasar las pocas horas que le quedaban al lado de su pequeño.
-“No hijo venga... uno o el otro, pero rápido que papá nos está esperando en casa”.
El niño agarró la muñeca con un movimiento brusco mientras la pobre rompía a llorar viendo a su pequeño sobre el estante, más inmóvil que nunca... hasta que una columna del centro comercial la separó definitivamente de su pequeño...“Adiós mi vida. Sé fuerte que siempre estaré a tu lado. Lo prometo.” Al fin notó que su cuerpo reposaba en una bolsa de plástico con dirección al hogar donde perecería como cualquier muñeco de chocolate al que se le asignara una “familia”.

A las diez en punto el centro comercial cerró sus puertas al público y después de que todos los empleados se marcharan, se apagaron las luces y en su interior comenzaron todos los artículos a cobrar vida y a despertar de su sueño diurno... Las vaquitas de peluche corrían por los pasillos, las barbies salían de sus cajas y con voz chillona se llamaban unas a otras. Pero en el estante de los chocolates el pequeño aún no se había despertado. Poco a poco el bullicio le despertó y entreabriendo los ojos comenzó a hablar: “¿Mamá?¿Por qué no me has llamado? Hoy no dirás que me he portado mal. Todo el día calladito, calladito. ¿Mamá? ¿Dónde te has metido?”. El pequeño empezó a asustarse. Su mamá nunca lo había dejado solo y no se sentía preparado para empezar a estarlo. Corrió por los pasillos llamándola hasta que ya no pudo más y tuvo que pararse a recobrar el aliento...”¡Mamá!¡Lo prometiste! Nunca te separarías de mí.”
-“Chico, ¿Qué te pasa? ¿A quién buscas?”
-“¿Quién hay ahí? ¿Mamá?”
-“No, no soy tu mamá. ¿Me ves ya?¡Estoy aquí arriba!
El pequeño se secó las lágrimas y dirigió sus ojos hacia arriba: “¡Reno!¿Qué haces ahí?”
-“Ya ves, que el otro día me tropecé con el cable de las luces del árbol y me desmayé. Cuando desperté estaba colgado de una rama adornándolo. En cierto modo me ha venido bien porque así no moriré entre los dien...digo... así no me separan de todos vosotros. ¿Y a ti qué te pasa?”
-“Pues que no encuentro a mi mamá. Me he dormido por el día y cuando me he despertado ya no estaba.¿Tú la has visto?”
-“No...pero no te preocupes porque estará bien. La verdad es que no quiero engañarte, se la habrá llevado alguna familia pero seguro que ahora está colgada en un árbol echándote mucho de menos. Mira, vamos a hacer una cosa, cuando haya que irse a su sitio, tú túmbate aquí y te subirán conmigo a alguna rama, ¿vale?”
-¡Vale!
Al día siguiente, dos horas antes de que el centro comercial abriese sus puertas, los empleados ya estaban trabajando: reponiendo los artículos que faltaban, colocando todo en su sitio... Un joven que pasaba cerca del árbol se dio cuenta de que el pequeño muñeco de chocolate estaba en el suelo. Lo cogió y lo colgó en una rama: “Aquí estarás más seguro que en el suelo y cerca del reno, para que no estés solo.” Y siguió corriendo hacia su minúscula cabina donde cada día envolvía miles de regalos a los clientes.
-“Qué chico más simpático, ¿no?”
-“Sí, es el más alegre de todos. Parece muy feliz y si le observas siempre tiene una sonrisa en la cara y algo bonito que decir.”
-“¡Qué majo! Eso es porque tiene una gran familia en casa que le quiere...Oye, ¿Por qué la gente compra tanto en esta época?”
-“Porque es Navidad... es el tiempo más bonito del año. Todo el mundo olvida los enfados y las preocupaciones y simplemente es feliz. Además, normalmente los familiares que viven lejos vienen y se respira magia...”
-“Y, ¿por qué esta época? Quiero decir que ¿por qué precisamente ahora y no en otro momento?”
-“¿Tu mamá no te lo contó? Pues mira, ¿ves allá, en el estante donde hay una fuente? Allí está el portal de Belén y en él hay un bebé envuelto en pañales y un hombre y una mujer cuidándole...pues ese es el motivo de estas fechas tan especiales, el nacimiento de ese pequeño niño que cuando creció dio la vida por salvar a los hombres.”
-“¡¡¡aaah!!!
Poco a poco pasaban los días y el muñecolate fue aprendiendo con las charlas que mantenía con el reno cuál era el verdadero significado de la Navidad, que no eran comilonas, regalos y locuras, sino que había algo más importante por lo que estar feliz...
A pesar de la cantidad de gente que el pequeño veía pasar desde su posición, él observaba atentamente al joven que entre sonrisa y sonrisa envolvía los regalos a quien se le acercaba. Estaba completamente convencido de que era la persona más feliz del mundo, hasta que una noche poco antes de Noche Buena mientras le seguía observando, pudo ver cómo, por primera vez desde que le había conocido, la sonrisa se borraba de su cara y un aspecto de preocupación le cubría por completo. A pesar de los metros que le separaban escuchó la conversación que había mantenido por teléfono y tras colgar la imagen siguiente le impactó demasiado...
Ese hombre feliz en el que cada día veía un rayo de esperanza con el que iluminaba a todo el que se le acercara, rompió a llorar sentado sobre unas cajas con la cabeza hundida entre las manos.
-“Verdaderamente nada es lo que parece.- comentó el reno, pues él también había escuchado la conversación telefónica del chico- el pobre no va a poder pasar las Navidades con la familia perfecta que dimos por hecho que tenía...Qué pena, ¿verdad?”
El muñecolate oía farfullar a su amigo, pero no podía escucharle...solo era capaz de ver al chico llorar. Entonces, la imagen de ese niño envuelto en pañales y tumbado en un pobre pesebre se le apareció en la cabeza. ¿Podría hacer Él algo? Cuando el joven se hubo marchado, el pequeño se puso en camino. Con saltos bruscos consiguió soltarse de la rama y a un riesgo de caerse y romperse en mil pedazos se deslizó por el tronco del árbol hasta el suelo.
Fue hacia el portalito que desde su posición veía tan bien. Al llegar, miró al niño y entre lágrimas comenzó a decir:”Sé que solo soy un muñeco de chocolate y que no he hecho nada para que sepas de mí, pero tampoco te he pedido nunca nada y además, no es algo para mí. Es el chico que envuelve los regalos... Siempre le he visto alegre y con algo positivo que decir a todo el mundo, pero acabamos de ver que este año nadie estará con él en las fechas que ha alegrado a tantos con su simpatía. Solo quería pedirte que el día 24 sí estuviera con alguien, que no lo pasara solo porque me parecería muy injusto...”
Los días pasaban y el chico llegaba con su eterna sonrisa a su pequeña cabina repartiendo belleza y alegría. El muñecolate que ahora estaba en el Belén, seguía observándolo y esperaba alguna señal que le demostrara que sus súplicas habían servido de algo.
El día de Noche Buena llegó, y el pequeño estaba desilusionado y abatido, aunque aún mantenía la esperanza sin quitarle ojo ni un instante al joven.
Entonces, vio a una familia que se dirigía decididos hacia la cabina. Pero lo más extraño es que sus regalos ya estaban envueltos...¿Para qué iban allí?
-“¡Mamá!¡Papá! Pero...¿no me dijisteis que no podíais venir?¡Hermanita!¿Tú también?¿Qué ha pasado?”
-“Ya ves mi amor. Cuando hablé contigo no te mentí, no íbamos a poder venir a pesar de todo el dinero que nos habías mandado,pero de repente lo que nos faltaba para poder pasar las Navidades aquí contigo, no sé hijo, apareció como por arte de magia y ¡aquí nos tienes!”
El joven salió de la cabina y junto a su familia se dirigió hacia la puerta mientras el muñeco de chocolate le miraba con ternura y orgullo por haberlo conseguido. Pero aún faltaba algo...
-“Esperad un momento, ¡ahora os alcanzó!”
El chico regresó rápido con paso decidido hacia el árbol. Cogió el reno y empezó a buscar el muñecolate que le faltaba:”¡Ah! ¡Estás ahí!¿Quién te ha colocado en el Belén?”Cogió al pequeño y se los llevó uno en cada mano,”No sé porqué, pero siento que vosotros dos no os podéis quedar aquí en Noche Buena. Estaréis mejor en mi árbol que buena falta le hace decorarse. Pero fuera del alcance de los niños porque estos no son muñecos de chocolate cualesquiera, éstos son los de mi árbol de Navidad.”
El pequeño muñecolate alzó la vista y pudo ver por última vez a aquel niño envuelto en pañales...”¡¡MUCHAS GRACIAS!!”

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